El 7-1 de Brasil… en Brasil
Estábamos en Atins, un pueblecillo pesquero al norte de Brasil y un punto remoto para entrar al parque de Lençois Maranhenses en Brasil.
El caso es que en este pueblecillo vivien unas 500 personas, no más.
Mat pidió quedarnos un día extra para asegurar que podíamos ver las semifinales en algún lugar de estas tierras remotas en las que hubiera una TV.
«Puede no haber agua potable, pero TV hay en todo Brasil, no importa lo pequeño que sea el pueblo» nos aseguraron.
Y fue cierto.
Vimos el partido de la semifinal Brasil – Alemania en nuestra posada, con la gente local, los turistas brasileiros, y los extranjeros.
Todo comenzó muy bien, ellos muy seguros.
Durante el primer tiempo…
El primer gol se lo tomaron bien, el segundo también…
El tercero se tomó con gritos de preocupación.
El cuarto los dejó enmudecidos.
Las cocineras dejaron todo y corrieron a ver la tele. «¡4-0!… meu Deus».
He de confesar que me alegraron los goles de Alemania, al menos los primeros 3. Al cuarto Mat y yo nos miramos…
«Si esto no para pronto, si no despiertan ya, esto va a ser una masacre» me dijo.
Y tuvo razón.
Al quinto gol la mitad de los brasileños comenzó a reirse, la otra mitad seguía sin hablar, seguramente algunos tendrían los ojos llenos de lágrimas.
«¿Te lo dije o no te lo dije?» le comenta un padre brasileño a su amigo; «5-0 esa era mi apuesta.» Lo dice disfrazando de cinismo su tristeza, es uno de los que se ríe en lugar de llorar.
El medio tiempo…
Se dedicaron a hablar sobre si faltaba tal en tal posición y que si Fred ni jugaba, que mejor lo sacaran.
Un señor que hablaba ingés le explicaba al grupo de jóvenes francesitos que estaban en su mesa, que esto nunca había sucedido en un Mundial. Que era insólito y una vergüenza.
«Sólo pido que metamos uno, sólo uno por favor.» comenta al aire.
– ¡Ja, no creo que los alemanes nos dejen! – le contesta aquel que comenzó a reirse al gol 4.
– Vamos, ahora seguro que salimos con una mejor estrategia, algo les podremos encajar.
– ¿Saben cuál es la buena noticia? – pregunta el cínico alegre – «Que tendremos la oportunidad de partirle la cara a Argentina, será un gran partido ese, Brasil – Argentina».
Pero si aún no han jugado contra Holanda ¿y ya los están dando por perdedores? pienso…
El segundo tiempo…
Se me apachurró el estómago. Aquello era violento.
Y ellos ya prefirieron reirse. De verdad. Ahora eran todos, resignados al papelón que estaban haciendo.
Ronda de caipirinhas para todos.
Y metieron el último gol, y lo aplaudieron mucho.
No gritaroon GOOOOL, ni saltaron, ni dijeron «tomen putos» ni nada de eso.
Se limitaron a aplaudir en sus sillas.
Menos mal, el del honor. Pensé.
«Parece como si se hubieran puesto de acuerdo para dejarles meter el último, Alemania se echa de pronto para delante, así nomás. A Neuer no le pareció muy gracioso.» Me dice Mat.
Y se termina la masacre.
Después del partido…
Bucaron consuelo en el juego con Argentina. «Ahí recuperamos nuestra dignidad, seguro». «Será un gran juego»… decían.
Me pareció irónico que luego de semejante putiza, humillada y violentada tuvieran el detalle de sacar pecho gallito y ponerse a asegurar no sólo la derrota de su archienemigo vs Holanda si no incluso, contra ellos.
Ellos que acababan de perder 7-1.
Pareciera que quisieran vengarse con los argentinos.
Se quedarán con las ganas, porque Holanda no va a finales. No señor no no no.
Cuando Julio César y David Luis salen en la tele llorando y pidiendo disculpas, el cínico les grita «no llores maricón, mejor aprende a jugar».
El día después…
Todo el día siguiente estuvimos recorriendo el Delta del Parnaíba, en una lanchita parando en islas con pescadores, y viendo animalitos.
A todos los que encontrábamos, este era más o menos el mismo diálogo:
– «¿Vieron la copa?»
– ¡Si! qué triste lo de Brasil
– Si, si. Muy triste. Yo lloré y lloré. Pero la culpa la tiene ….
a) la falta de Neymar
b) Felipao Escolari.
– Si, si, pero los alemanes jugaron muy bien, ¿no? Son muy fuertes.
– Si. (seco). Pero ahora vamos a jugar con Argentina y vamos a ganarles.
– Ah! ¿usted va con Holanda?
– Si claro! un brasileiro jamás puede apoyar a Argentina. Les vamos a ganar.
Ya veremos... pensaba yo.
La semifinal de Argentina
Tocamos puerto a las 6:50pm. Pensando que el partido estaría casi acabado nos precipitamos a preguntar el resultado.
«Siguen cero – cero», nos dijeron.
Corrimos a nuestro hotel en Parnaíba. En el camino vimos que todos estaban sentados frente a la tele, hombres y mujeres, niños y ancianos.
Todo Brasil esperando la derrota de Argentina.
Llegamos a nuestro cuarto.
Y vimos los penales.
Y grité y celebré y salté cuando Messi metió el primero, y cuando Vlaar falla el suyo.
Se me retoricó el hígado cuando Robben metió la bola.
Y saltamos de alegría cuando Maxi Rodríguez mete el penúltimo penal. (Y mira que luego de aquel golazo que dejó fuera a México en el 2006 nunca pensé celebrarle un gol a este hombre).
Brasil se quedó callado, una vez más. Su último consuelo se les fue a la mierda.
Argetina está en la final.
No hay que desear el mal gente, no así que miren que el karma llega y te hace sufrir….
A menos claro, que sea Robben y entonces sí, se vale desearle una derrota criminal.
Que Brasil salga a ganar, a limpiar su nombre y a golear. Que acaben con él.
Todo por robarle a México ese penal.
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