Carta egoísta a un amigo que se fue

Shangri-la, China.

Amigo,

Hace poco me enteré que te fuiste, y si te parezco muy entera es que antes de despedirnos necesito hablar contigo. No es por ti, es por mi.

Por eso siéntate aquí, frente a mi que necesito verte cara a cara y déjame te sirvo una chela. Haz de cuenta que estamos en tu coche, que me acabas de llevar a casa como tantas veces en estos 14 años, que estamos algo borrachos y que neteamos una última vez.

Ponte algo de música, tu ya sabes qué. Ponle play a nuestra canción, Los Fabulosos Cadilacs cantando Carnaval, creo que mejor no puede quedar.

Escucha la letra… irónico ¿no?

Por qué será que todos guardan algo? cosas tan duras que nadie puede decir
y van todos caminado como en una procesión de gente muda que no tiene corazón

Necesito hablar contigo, contarte algo que tal vez no sepas de mi. ¿Cómo empezar?

Soy consciente de la muerte de una manera que pocos lo son. Sé que voy a morir. Sé que puedo morir en cualquier instante. Lo sé, lo acepto y lo temo. Cuando lo entendí, hace algunos años ya, esa aceptación me hizo vivir feliz. Me explico…

Yo si soy de esas que cada día (o casi) y por alguna tontería, se maravilla de la gran casualidad y suerte que tengo de estar viva. Me maravillo de verdad. Y pienso cada vez: ¡me encanta estar viva! y espero, ruego poder estarlo mucho mucho tiempo más… e inevitablemente pienso en la muerte.

Y como sé que puede que si o puede que no viva muco tiempo más, decidí hace tiempo ya vivir el tiempo que me queda bajo una regla:

– Ser feliz es una decisión personal. Nadie puede hacerme feliz más que yo misma-

¿Y esto qué tiene que ver contigo? Espera, quédate conmigo, todo tiene una explicación, verás:

1. El tiempo que me queda, mucho o poco lo invierto en hacer lo que me hace feliz. Eso hasta hoy es viajar y estar con Mat.  Esta es la razón, a modo de disculpa, por la que no pude estar contigo tanto como me hubiera gustado. Hace mucho que me fui, y aunque feliz, cada decisión tiene un precio que pagar, el mio es no poder estar con la gente que quiero, aunque quisiera.

Pero estaré, volveré….y tu ya no estarás. Tendrías que haber estado, ¿no íbamos a vernos en el Mundial?

Me hubiera encantado estar más contigo, con todos. Pero no se pudo, así lo decidí.

2. Si mañana me atropella un autobús… no debo nada. A nadie, empezando por mí misma.

No guardo rencores, ni cargo adenas, ni malos recuerdos. Los dejo ir. No voy acumulando piedritas, como el Pípila, piedras que cargar en mi espalda hasta el día de mi muerte. Tampoco me debo retos, ni sueños y nunca me traiciono.

Quiero ir ligera por la vida y el sobretodo irme ligera, el día de mi muerte. No debo deber, quiero irme con la cuenta en positivo y no al revés. No quiero tener ningún arrepentimiento, ninguna deuda.

Y aquí amigo, es donde me fregaste. Por que te debo.

Por eso esta charla es por mi no por ti. Es totalmente egoísta, es por que no quiero deberte. No puedo despedirme sin antes saldar la cuenta.

Te debo un te quiero.

Pero no uno vacío si no cargado de agradecimiento. Por haber sido mi amigo, un buen chico, honesto y positivo. Por haber tocado mi vida de tantas maneras positivas. Por llenarme de recuerdos tan bonitos. Y aunque estuvimos lejos, tienes que saber que a la distancia pienso en ti.

Te debo un te quiero por que me llena de rabia no poder habértelo dicho.

No por ti, por mi. Por que seguramente tu lo sabías, sabes lo mucho que eres querido. Pero yo necesito decírtelo, por que si no, no podré vivir así.

Te quiero amigo, y aunque hoy te vayas te querré.

Así que ahí lo tienes, gracias por esperar y como siempre una vez más, por escuchar.

¡Cantemos una última Goya, brindemos una última vez!

Nuestra canción llega a su fin…

Que se te va pasando el tiempo mujer,

y que la vida se te va
solo te pido que te vuelvas de verdad, y que el silencio
se convierta en carnaval!

Y con esto te despido, amigo y ahora si te voy a dejar; que sin tu permiso, tengo que ponerme a llorar.