Dahab: el oasis salvador en el mar rojo.

  • Viajar a Dahab Egipto

Luego de algunas experiencias muy intensas en Egipto, encontramos un verdadero oasis en la península del Sinaí lejos de los cientos de turistas «crucero», lejos del confinamiento de las ciudades, del ruido, del acoso, de todo.

Dahab en el Mar Rojo, ese mismo mar que Moises abrió para que los judíos pudieran huir, se presentó a nosotros como el salvador de Egipto. Ahora verán por qué…

Mar Rojo Egipto

 

Ubicación del Mar Rojo…

ubicacion del mar rojo

 

para quien necesite un recuerdo de las clases de geografía, el Mar Rojo se encuentra ubicado justo en la división entre el continente africano y el medio oriente… aquí:

 

 

 

Llegar no fue fácil, pero qué en Egipto lo es? Un bus de Luxor – Dahab que nos vendieron como un trayecto en 13 horas, como ya habíamos probado la relatividad del «egiptian time» así que corroboramos con la Lonely que vaticinaba 17 y los locales decían algo entre 16 y 17 horitas.

Para honrar nuestro record de – cuánto puede retrasarse de más un transporte ya de por sí largo- en Egipto… fueron claro (redoble de tambores):

20 horas.

20 horas en un bus a Dahab que comenzaron así:

Nada mas entrar al bus, la mayoría de los hombres (todo el resto de los pasajeros, excepto yo, claro) echa el asiento para atrás. Afortunadamente nosotros íbamos en el de detrás de la puerta de en medio, así que no teníamos a nadie delante. El caso es que, cual dominó todos reclinan sus asientos.

Algo pasó, alguien reclamó, se quejó, o yo que sé, el caso es que el chofer a 2 min de la hora de salida se empieza a dar una gritada con un pasajero que llamaremos «el gordo». Supusimos que se trataba del asunto de los asientos porque el gordo gritaba señalándose las rodillas y las piernas.

Cuando digo gritar es gritar. En general, a los árabes les encanta gritar, (me habré alemanizado luego de 3 años en Berlin?, no lo sé el caso es que me molesta el griterio, repito soy amante de la paz). En este caso el asunto era gritar amenazándose, uno en el pasillo, otro sentado en su asiento, hasta que el chofer ya desgañitándose aplica el famoso «pues si tan chulito entonces bájate».

El personaje que denominaremos «el chofer» es un señor pequeñín de máximo 1.70 metros, el gordo mide casi 2 y es bastante corporal, (de ahí su sobrenombre en esta historia), aún así el chofer le gana gritando.

Bajan del bus, hacen ademán de golpearse….

…la gente lo impide, se gritan, levantan las manos…

…se presiguen, y el chofer lo echa oficalmente de su bus.

El gordo patea el bus y baja su maleta.

El resto de pasajeros va hablar con el chofer, convencerlo de que ya lo deje subir y se acabe el pleito.

El chofer accede, abre el maletero, el gordo sube su maleta, sube al bus y 15 min después de la hora prevista nos vamos.

No hemos pasado ni hora y media en camino cuando el chofer para por gasolina, medio bus se baja, el chofer se enoja, grita a los pasajeros que se bajaron que esta no es parada, que se suban, que ya pronto viene la parada. Adivinen quién sale a gritarle?

Así es. El gordo ataca de nuevo, suponemos que le dice algo como:

– Relájese viejo chocho, déjelos fumarse un cigarro igualmente estamos parados.-

Chofer explota…

…Se lanza contra el gordo, lo toma del cuello, los pulmones de un hombre nunca habían sido llevados tanto al extremo.

Grita y se enrojece, la vena en la frente le pulsa.

<<Por Dios a este hombre le va a dar algo, seguro>> pienso mientras veo la escenita por la ventana.

Los separan, el gordo levanta las manos en plan yo no he hecho nada, ha sido él el que atacó. Los pasjeros lo suben al bus, se suben, el bus arranca. 45 segundos después estamos en la famosa parada oficial. Todos se bajan de nuevo, hay un nuevo pleito, ya estoy cansada de seguir el culebrón, decido mejor a dormir. Media hora de parada.

Y así transcurrieron 18 horas más, la gente se fue bajando, pero el gordo no. Los gritos fueron disminuyendo en cada parada, dicen que el tiempo lo cura todo, y 18 horas en un bus no es poco tiempo.

En la hora número 18 llegamos a Sharm el Sheikh, a sólo una hora de nuestro destino. Aquí se bajan todos los locales, incluyendo el gordo, (por fin) y hacemos otra parada de media hora más.

Quedamos en el bus 4 personas además del chofer: Un chico egipcio, Mat, «el chino» y yo.

El chino resulta ser un personaje, que ya habíamos avistado desde el inicio del viaje por su sonrisa perpetua y su disponibilidad a hacer plática con todo – aún en medio de los gritos y peleas- él como si no se enterara del todo, baja en medio del culebrón sonriendo a charlar. El chino es como ya se habrán imaginado, de genotipo chino.

El chino es algo mayor tiene unos 60 y tantos, le cuesta subir y bajar las escaleras del bus, pero sonríe siempre. Va vestido con un traje gris a rayas, zapatillas deportivas blancas de esas grandes, gordas y muy blancas y un sombrerito árabe de esos rojos con un listón y borla negros que caen de lado (fes egipcia se llaman).

El chino es verdaderamente peculiar.

Hablando con él descubrimos que es de Singapur, y que viene a Dahab una noche y luego regresa a El Cairo (?!?!)

– 20 horas en un bus para una noche?- pero a él no le importa, sonríe y asiente.

Íbamos entonces el chino, Mat y yo ya contando los minutos para terminar el tormento del bus, vimos el letrero en medio del desierto «Welcome to Dahab», si tuviéramos champaña casi la estábamos descorchando… y hacemos otra parada.

Mi poca paciencia, el pacientómetro comienza a hacer ebullición… ¡¡¡¿¿¿otra parada?!?!?!

Pero al asomarme por la ventana diviso lo peor, el corazón se hela y la champaña no hace «pop»: el bus se ha descompuesto.

A escasos km del destino, luego de 20 horas: estamos varados.

El pacientómetro vuelve a cero, no es culpa de «el chofer» pobre, ya ha pasado suficiente. << Bueeeno, pues tenemos de dos o esperar o llamar un taxi. >>

Afortunadamente el chico egipcio es de Dahab, llama a un colega y lo viene a recoger en una camioneta y nos ofrecen llevarnos, chino incluido, a nuestro hotel.

Dahab Egipto

20 horas de gritos y querellas en el bus, pero valió la pena; Dahab es un pueblecillo pequeño que en los 70s fue refugio hippie (como sabrán nos encantan los paraísos hippies), ahora es destino muy recurrido por la gente de oriente medio, sobre todo Israel y hay algunos tours de italianos que paran uno o dos días por acá. Pero el gran atractivo es que el Mar Rojo es una de las destinaciones top para el buceo y submarinismo.

Los amantes del buceo viajan de todo el mundo para tomar lecciones o hacer inmersiones en Dahab.

Nosotros nos dedicamos a tomar el sol, tomar unas chelas, zambullirnos en el mar y trabajar. Mucho trabajar.

bucero en el Mar Rojo

Tuvimos la suerte de llegar a un hotel el Red Sea Relax que en booking anunciaba unas habitaciones por 130 libras (14€). Al llegar el chico de la recepción nos dió un precio al doble, y nos dijo que esas habitaciones no estaban disponibles por mantenimiento, eran unas habitaciones en un edificio atrás, los Dahab dorms, que no en el hotel con piscina divino en el que estábamos.

Luego de dar una vuelta con las mochilas en los hoteles de a lado, que ni tan bonitos y nada baratos, decidí regresar al Red Sea y decirle, mira Abdu si yo bookeo ahora mismo en booking.com alguna habitación me tienes que dar, no? Murmuró entre dientes, hizo un par de llamadas y me dijo: bueno vale se pueden quedar en el hotel por el mismo precio.

Luego además agregué el «estamos de honeymoon» parpadeo parpadeo sonrío parpadeo parpadeo.

Viajar a Dahab Egipto

Y así fue cómo íbamos 4 días y nos quedamos 8 en un pequeño oasis junto al mar, un pueblecillo con un paseo de adoquines junto al mar lleno de restaurantitos y tienditas, gente sonriente y amable, muchos colores y muchos gatos. 8 días dándole un respiro al muy apaleado presupuesto, y adelantando nuestros proyectos.

Tuvimos la suerte además de encontrarnos con Borja, antiguo compañero de trabajo y su amigo Martín y pasamos una noche de cena y cervezas. Luego de 6 semanas viajando, fue genial encontrarnos con alguien que diera noticias del mundo que dejamos.

Dahab playa Mar Muerto

Hubo que marcharse, salir de Egipto, dejar Dahab con toda la pena del alma. ¡Me quedaría a vivir ahí unas semanas!

Dahab fue como morder una hoja de menta luego de una comida picante. Te relaja el paladar, te lo refresca. Sin esa hojita de menta barata y muy verde, el sabor de boca de Egipto hubiera sido intenso, confuso, impactante y no muy tentador a repetir.

«La Bere» renovada en el sol y el mar.

Consejos para viajar a Dahab y el Mar Rojo

* Cómo llegar a Dahab? Puedes volar a Sharm El Sheik, luego un bus de una hora, pero es caro

Hay buses desde las principales ciudades. Ej. Bus de Luxor – Dahab 140 Libras Egipcias ( 16€) – 17 horas

* Hotel en Dahab: Red Sea Relax / Dahab Dorms (14€) con desayuno buffet. Valoración ****

* Comer en Dahab: Ve a las calles detrás del paseo marítimo, después del puente y las tiendas comerciales, hay restaurante de pollos asados y comida local. Deliciosos. Los restaurantitos del paseo martímo pues todos son igual de regulares  y te ofrecen un 40% de descuento.

Si quieres ver más fotos de Dahab, ve a esta galería

 

2 Comentarios

  • Jaime Sydenstricker marzo 28, 2013 (12:06 pm)

    hahaha me parto con la anécdota! no le sacaste una foto al gordo?

    • bere abril 1, 2013 (11:54 am)

      Mhmm creo que no! íbamos dentro del bus y las ventanas mugrosas no son buen lente de cámara =P