Las Sanguijuelas y yo. Crónica de una fobia anunciada. Parte II

  • Rio en selva de taman negara

El PEOR encuentro de mi vida,  uno de esos momentos que pasado el tiempo agradeces haber vivido; me llevo al límite no sólo de mi zona de confort si no de toda estabilidad física y mental. Aprendí.

Aprendí cómo reacciono yo ante una situación límite. Aprendí que si puedo. Aprendí que la mente es muy fuerte, te puede paralizar del terror o empujar a seguir cuando crees que ya no puedes más.

Aprendí que las odio.

Uno de esos momentos que pasado el tiempo agradeces haber vivido.

Si preguntaran, si pudieras regresarar el tiempo; ¿lo volverías a hacer?  respondería que sí, sin duda (si no nunca hubiera tenido una historia tan genial para escibir).

Si preguntaran, ¿lo volverías a hacer otra vez?  ¡Ni por todo el oro del mundo!

Bueno por todo el oro del mundo, sí. Todo tiene un precio, aunque las sanguijuelas pagan uno muy alto.

Aquí la continuación de la historia de cómo descubrí mi única fobia. Si quieres leer la primera parte ve a Crónica de una fobia anunciada. Parte I

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Taman Negara, Reserva Natural en Malasia Central.  Oct, 2008

Selva Taman Negara Malasia

Al siguiente día desperté en nuestra cabañita en Taman Negara, estaba un poco temerosa luego de haber sufrido el ataque de una sanguijuela, pero aún con ganas de aventura, así que decidimos continuar con nuestra idea de hacer un treck nivel pro por la selva. Nos fuimos a reservar una noche en uno de los hides del Taman Negara.

Un hide, como su nombre lo dice es un escondite en medio de la selva. Dígase 4 paredes de madera construidos a varios metros del suelo donde puedes pasar la noche dentro de la selva, con el beneficio de estar en contacto con los animaluchos y verlos desde las alturas en silencio sin interrumpirlos y sin que te devoren por la noche.

Nos recomendaron en el centro de información turística del Taman Negara uno de los hides más exitosos donde frente corre un río con mucha sal y los animalitos bajan a lamer sal de las rocas. Para llegar ahí sólo son necesarios 11.5 km de selva y 6 horas de caminata.

No suena tan grave. ¡Hagámoslo!

[box type=»alert»]Idea equivocada número 3. Lanzarse sin previa info, sin antes saber cómo será un treck no puedes juzgar 11.5 km de caminata.

Lo único que pregunté fue cómo evitar que las sanguijuelas me atacaran. Me recomendaron comprar una lata de insecticida mata cucarachas disponible en la tienda del propio parque natural.

Sí, esa fue la recomendación del propio parque natural.

Así que dispuse mi lata de Raid DDT anticucarachas, con pistola de lanzamiento propulsor de 20 cm de largo y me la vacié en los zapatos y calcetines.

Aún sin experiencia, yo sabía que vaciarse una lata de anticucarachas no debía ser lo correcto, al final es veneno; pero ante el terror de enfrentarme con ellas, ningún sacrificio era suficiente.

[box type=»alert»]Idea equivocada número 4. Hoy sé que es una muy mala idea, si envenenas a la sanguijuela -yeeeii yupi, muere infame ser del mal-, luego se la comerá un pájaro que será envenenado también -noooouu!- ; luego será comido por un pájaro más grande que a su vez se enfermará y etc. etc. etc…. Veredicto desastroso.

Con nada de experiencia, muy poco equipo, una mochila, 6 litros de agua , un paquete de galletas y 2 linternas nos dispusimos a internarnos 2 días en la selva.

No puedo describir lo duro que fue.

A los 15 minutos tuve mi primer sobresalto al ver que el suelo se movía. Pequeños gusanos color tierra se levantan del suelo y comienzan a balancearse, finalmente se arrojan en un violento salto hacia mis zapatos.

Miro hacia abajo y las sanguijuelas subían por mis pies, grito e histeria. El mata cucarachas sirvió de muy poco.

Mat las arrancó de mis zapatos con un palo, me vacié otra buena ráfaga exterminadora de Raid sobre los zapatos (por si no lo había percibido ya toda la fauna del lugar) y proseguimos. Para no hacer el cuento largo, una hora y 40 sanguijuelas después yo ya tenía una crisis de nervios.

Mat me animó a seguir, me dijo que no estaba tan mal y que la cosa mejoraría.

2 horas y 3.5 km después, yo tenía una muy seria crisis de nervios. Lo de quitarme sanguijuelas trepantes a montones cada 15 metros era sumamente estresante, el calor era agobiante, estábamos empapados en sudor, literalmente empapados. Me faltaba la respiración y por más que volteara no había una salida, sólo selva y un camino infestado de sanguijuelas.

Empece a llorar y a gritar, en lágrimas le dije a Mat que me rendía, que simplemente no podía más. Estaba subida en una raíz de un inmenso árbol unos 30 cm sobre el suelo -lo más lejos que podía de ellas-, y me negaba a bajar nunca más.

-«Si quieres podemos volver, pero estamos justo a la mitad. Vamos a hacer el mismo tiempo para terminar que para volver, escojas lo que escojas te quedan 3 hrs de infierno, y no puedo hacer nada. Tienes que calmarte.»- Me contestó Mat en una voz de consuelo y empatía pero con algo de preocupación seria.

Enmudecí. La realidad era demasiado increíble, nunca había estado en una situación en la que no hubiera opción, ni otra salida. No puedo escoger, no puedo llamar a nadie, no hay nadie, sólo miles de ellas y yo.

-«Dame 5 minutos para calmarme»- le dije a Mat y subida en mi tronquito, decidí tomar aire, respirar y no dejar que la locura se me siguiera subiendo a la cabeza.

Puede sonar algo trivial, pero cuando el terror te entra a la mente, o te controlas o pierdes. Y la visión de esos bichos subiendo por mi cuerpo para pegarse a mí y chuparme la sangre por cientos y cientos, me paraliza.

>> No tiene caso volver, ya estamos a la mitad, no puedo ser tan cobarde y rendirme. Tengo que seguir.<< Pensé.

-» Ok sigamos» – fue mi veredicto. Tomé valor y seguimos.

El camino era muy difícil, solo subidas y bajadas en un terreno iregular lleno de raices que escalar y ríachuelos que cruzar. Algunos km después las sanguis, como ya las llamaba, comenzaban a ser el menor de los problemas y el agotamiento y sofoque era en lo que más pensábamos. ¿Llegaremos algún día? ¿falta mucho? por qué no hay un mapa, una señal ¡algo!

Llegamos al cruce de un riachuelo y nos arrojamos des.es.pe.ra.dos a mojarnos la cara y refrescarnos cuando escuchamos una voz que se dirigía a nosotros. Era un chico hippie-rastudo que nos ofrecía un pedazo de fruta, no podíamos emitir más que monosílabos por el agotamiento así que él todo fresco, nos contaba cosas, como que era argentino y que se llamaba Julio.

Julio venía cargando una mochila llena de fruta y un galón de agua, su plan era quedarse en el hide en medio de la selva hasta que se le acabaran los víveres.

De pronto noto que ¡¡¡va descalzo!!!!

– » Julio… ¿y tus zapatos?»

– » Ah sí es que mis zapatos se rompieron nomás empezar, así que estoy haciendo todo el camino descalzo, ni modo regresar» – nos dijo

(!!!???) mi mandíbula en el suelo y con apenas poco aire le dije llena de horror:

– » ¿!¿!¿!Y las sanguijuelas?!?!!?»

– «Pero si es mejor así che, las sientes más, las ves subir y con un palo me las quito rápido, casi no se me ha pegado más que una o dos, el verdadero problema son las hormigas gigantes estas, una vez que te muerden se queda pegada la cabeza con las mandíbulas enterradas, y eso sí que duele!» –

Nos decía mientras nos enseñaba un pie con 3 cabezas de hormigas rojas del tamaño de un hueso de aceituna aferradas a su piel.

– «Bueno los dejo para que disfruten de la poza de agua que se forma allá atrás, despelótense y metanse, es un alivio!»- Nos despedimos por el momento, nos veríamos en el hide, más tarde.

En cuanto se fue, los ropajes volaron y nos metimos al mejor chapuzón que he tenido en mi vida. Este sitio fue lo único memorable del trecking.

Este es el riachuelo del chapuzón pelotero y donde conocimos a Julio el valiente

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6.5 horas después y 5,754 sanguis después, el cansancio ya nos hacía ver doble, el agua se estaba terminando. Las piernas nos fallaban y la desesperación nos inundaba. Yo seguía viendo mis pies cada 15 metros para arrancarme sanguijuelas trepadoras pero ya lo hacía sistemáticamente, el terror se quedaba guardado. Lo que nos mantenía delante era ver las huellitas de Julio en la tierra, si el chaval lo hizo descalzo, tenemos que estar cerca, ¡tenemos que poder!

6.7 horas y 6,789 sanguis arrancadas después (pero 0 que se lograron «pegar»), llegamos al famoso hide más que agotados.

Encontramos a Julio fresco y cantarín barriendo el sitio. Nos saluda y muestra el hogar y donde podemos ducharanos, mientras pone a calentar agua para hacernos un mate. Duchados y contentísimos por haber llegado seguimos charlando con él, nos cuenta que luego de esto se vuelve a Bnos Aires después de casi 2 años de hippiar la región. Conocerlo fue la siguiente mejor experiencia del viaje.

Disfrutábamos de la calma de los sonidos de la selva y la ligera plática buen rollera cuando a eso de las 6 pm llegó un tropel de 7 escandalosos turistoides que habían hecho el camino por barco y solo tuvieron que caminar 45 min para llegar al hide. No sólo gritaban, llegaron repletos de sanguijuelas, horrorizados, escandalizados y tomando fotos de cada una que se encontraban pegada…

¡Cómo se notaba que habían hecho trampa!….grrrrrr.

El hogar, la cabañita, el hide en medio de la naturaleza se había vuelto ahora un bar de backpackeros escandalosos repletos de sanguijuelas. Qué castigo, 7hrs de sufrimiento y ni un momento de paz.

Aquí los infames backpackeros, Julio mi héroe el rastas y yo trantando de ver algo…

hide en Taman Negara

Entre tanto escándalo ningún animalucho se acerco a la cabaña, así que 8 pm Mat, Julio y yo nos retiramos a nuestras tablas de madera, llamadas camas, a dormir.

7 hr de estrés y frenetismo mental. Una manía por revisarme los zapatos cada 5 minutos para asegurar que ninguna sanguijuela consiguiera meterse por mi zapato, filtrarse por el calcetín y succionarme la sangre hasta que quedara tan gorda que tuviera que soltarse. Funcionó. Llegué limpia, sin una herida. En calma y agotada me fui a domir…

Al despertar por la mañana noto que el sleeping esta lleno de sangre. Nuestros brazos también.

Temí lo peor. Mi PEOR pesadilla vuelta realidad:

Dormí con sanguijuelas.

Algunas habían dormido con nosotros. Se hincharon toda la noche y se largaron. Al menos no las vi. No quice saber más.

¿Se pegaron al sleeping en el camino? O al dejar la mochila en el suelo se metieron? ¿Fueron las que trajeron los backpackeros? ¿O llevaban esperándonos varias horas? No lo sé, ya no importa.

Esta es una de las mordidas de sanguijuela,

y un moretón de la expedición selva bastante notable por mi color blanco oficinezco 

y mi pequeño pedazo de dedito deforme que es lo más.

mordida sanguijuela

Nos despedimos de Julio y regresamos con el grupo escandaloso en barco -pa lo único que sirvieron- ni de broma hacemos el camino de vuelta.

Yo felizisiísima de volver en bote:

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Todos tenemos algo que nos saca de quicio, que es más fuerte que la razón. Si no lo has conocido aún, no quiere decir que no exista.

Para esto sirve viajar, te saca de lo conocido, de lo cómodo; te enfrenta de putazo a situaciones impensables, a veces maravillosas a veces terroríficas. Y te descubres a ti mismo como una tercera persona, -irreconocible- reaccionando ante ellas.

Esta eres tu. Subida a un tronquito, gritando y llorando con el aire entrecortado que ya no puedes más, que te rindes.

Y esta eres tu. Evaluando cómo afrontarlo. Rendirte o seguir. O te armas con un par de ovarios o te quedas estancada.

Y esta eres tu. Decidiendo seguir, sin dejar que el pánico te invada, de nuevo. Orgullosa luego de haberlo hecho, fuerte y segura de que puedes; lo que sea que venga en la vida: puedes. Todo está en tu cabeza.

Primera gran lección de vida y de auto conocimiento aprendida en este viaje.

Sólo hicieron falta 6789 + 1 sanguijuelas en mi vida para enseñarme.

Y tu, ¿has tenido algún momento terror y fobia en tu vida? ¿qué has aprendido? me encantaría leerlo en los comentarios! :)

6 Comentarios

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    San Guijuelo junio 3, 2013 (2:38 pm)

    que terrible pero enriquecedora experiencia… perdón, antes que nada que buen post, me mantuvo al filo de mi asiento y sentí tu terror y preocupación.

    Las enseñanzas que nos dejas son muy valiosas, que buena lección de auto conocimiento.

    Nos volveremos a ver mua ha ha = )

    Ps. Mi chava dice que te ves muy bien en el barquito, a seguir pateando

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      bere junio 4, 2013 (2:48 pm)

      Señor San Guijuelo, no se por qué pero su nombre no me gusta nada!!!
      Gracias, qué gusto leerlos en los comments. :)

      pd. por favor no quiero volver a ver ningún Guijuelo jamás!

  • Selva estamos en Paz - Sin Destino Fijo septiembre 1, 2013 (8:40 am)

    […] en la selva (si si nos encanta, y si, iba yo algo arsica a la experiencia luego de descubrir mi fobia a las sanguijuelas unas semanas antes en Malasia peninsular); pero no en un parque adecuado pal turista, nos metimos […]

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    Ñañela mayo 8, 2014 (8:49 pm)

    Hola, llegué a este post porque quería saber como se llamaba la fobia a las sanguijuelas.

    Me sucedió un caso muy especial (Y vergonzoso) hoy. :c
    Hoy, estaba en el baño, y me senté el inodoro, al momento sentí algo raro en mi trasero (Sí, en mi trasero) y era uno de esos asquerosos animales pervertidos. :c

    Mi primera reacción al ver esa cosa babosa recorriendo mi piel, fue arrojarla con toda la fuerza posible hacia otro lado. Luego, lloré cómo loca, temblaba, sudaba, definitivamente quedé en Shock.

    Salí corriendo desnuda por toda la casa (Gritando y llorando) Luego, corrí busqué sal y se la heché encima a esa criatura. No tenía las agallas para verla, y salí corriendo a darme un baño (Me bañe cincoo veces esa mañana) y lloraba, estaba fría y pálida.
    Quedé paralizada y no actuaba racionalmente, el miedo me poseía. :c
    Fue horrible.

    Saludos :c

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      bere mayo 8, 2014 (9:33 pm)

      Pero cómo!!!

      Pero en donde vives mujer!!?!??! A dónde fuiste? cómo es que llegó a lugares tan íntimos?!

      Que asquerosas que son, te comprendo y lo siento tantísimo por la experiencia tan terrirífica =S. También me paralizan y aterrorizan, es algo que no puedo explicar.

      Va a ser que necesitamos ir a terapia luego de que las inmundas nos tocan. No queda más que darte un capricho grande y consentirte para pasar el susto!!!

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    Endika julio 6, 2015 (12:32 pm)

    En Nepal tuve la «suerte» de perderme en una selva llena de sanguijuelas y vivir una autentica aventura. Mi estado de nervios era muy similar al tuyo, ¡oh dios lo que me he reído leyendo esto! Después aprendí que tan solo hace falta rozarlas con un pequeño saquito de sal para que las sanguijuelas se suelten solas. Ese saquito fue mi salvación en los siguientes trekkings por la selva.

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